martes, 23 de abril de 2013

La fuerza más grande de la tierra

Hoy me he levantado de un extraño humor y voy a matar a toda la gente buena que hay en el mundo. Por diversión. Porque me aburro, y porque tengo la necesidad de hacer algo. Algo destructivo.
Ya no sé si lo que estoy pensando está bien o está mal. Sinceramente no me importa. Ya no me importa el bien y el mal. Acaban de perder todo su sentido. En realidad, ¿qué es bueno? ¿Qué es malo? ¿Por qué pienso que algo está bien o está mal? ¿Quién fue el primero que acuñó esos términos? ¿Por qué mi mente está entrenada para discernir entre actos?
Me hago estas preguntas constantemente y cada vez el mundo que me rodea pierde más sentido. Al final, toda esta cultura del sentido de la vida es una falacia impuesta para que tengamos esperanzas en algo intangible, algo inventado para que pasemos por la vida con fe. Es triste, pero es lo único que le encuentro sentido.
El sentido de la vida, es que la vida no tiene sentido.
No venimos al mundo por un motivo en concreto, no estamos destinados a hacer nada, todo lo que vemos, todo lo que somos, es fruto de millones de años de azar. Somos un parpadeo en la historia del universo, y hemos creado dioses, explicaciones confusas, y un sinfín de historias para explicar lo inexplicable.
Puede que te estés preguntando: "si lo que dices es cierto, ¿a qué viene esa ambición del ser humano de explicar lo inexplicable? Somos seres racionales, podemos aceptar que algo es inexplicable". Podemos, pero esto es superior, esto es aceptar que vivir no tiene sentido, que ahora mismo estás respirando por nada, que todo lo que llamas vida, algún día se apagará sin que puedas hacer nada para remediarlo. Y eso da miedo. El miedo es la fe. El miedo son tus explicaciones. El miedo es tu dios. El miedo es el bien y el mal, y es la razón por la cual estás respirando.
El miedo es la fuerza más grande del ser humano.


jueves, 18 de abril de 2013

El poder más injusto

Una palabra, y soy capaz de olvidarlo todo. Todos los problemas, todos los malos rollos, todas las comeduras de cabeza. Todo mi estado de ánimo lo cambio por una palabra. Una palabra que quizá nunca llegue, una palabra aleatoria, una palabra sin sentido, pero es una palabra.
Mis oídos marchitos esperan ser regados con una palabra que les permita seguir viviendo, mientras tanto voy intentando regar con música decente lo que queda de ellos. Pero no es eso lo que quieren escuchar. No puedes regar una planta con abono.
Mientas tanto, la cabeza da vueltas, viaja de un lugar para otro, haciendo miles de suposiciones sin sentido que no llevan a ninguna parte. ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Cómo?... el cerebro humano no está preparado para un ataque de esta envergadura. Y sigue rumiando, rumiando y rumiando. La parte objetiva de tu mente desaparece y en su lugar crece la irracionalidad. Nadie es tan bueno como cree que es, ni nadie es tan malo como creemos que son. Tenemos que empezar a pensar que quizá hemos dotado a alguien de un poder que ni siquiera sabe que lo tiene.
El poder desconocido es muy curioso. Hay quien sabe que lo tiene, y también existe la gente que lo tiene, pero no lo sabe. Esos son los peligrosos, los que tienen un enorme poder, pero desconocen su alcance. No les culpo, porque la gran mayoría de las veces, ese poder es injustamente impuesto, y le echamos la culpa cuando se equivocan, o cometen actos indebidos. ¿Qué esperamos? Ni siquiera saben el poder que tienen, ¿cómo podemos exigir que obren con claridad cuando es precisamente esto de lo que carecen? No amigos, no podemos imponer poder a terceras personas que son ajenas a nuestros continuos cambios de estados de ánimo y luego echarles la culpa de nuestra desdicha. Siempre somos responsables de nuestra vida, tanto de nuestros actos, como de nuestros estados.
Muy claro todo ¿verdad? Todo muy limpio, las cosas bien hechas. La lección aprendida. ¿Pasamos página? Ni de coña. Escucho una palabra y soy capaz de olvidarlo todo. Todos los problemas, todos los malos rollos, todas las comeduras de cabeza....

lunes, 15 de abril de 2013

(Te escribo un relato) El dinero lo puede ¿todo?

El lector/a Unasonrisa escribe lo siguiente:
Me gusta esta sección....vale, también el blog :)....y más si me escribes un relato :)
Las palabras son: lobo, águila, azul, canela, África
Pd: ya me tarda xD
Gracias
Saludos
No haré que esperes más. Espero que te guste :) Un saludo y gracias por participar!

Un lobo estepario decían que era. Un maestro de las finanzas. El rey del mambo. El número uno. No se le escapaba una oportunidad de hacer dinero. Se movía entre billetes con una tranquilidad pasmosa. El único fin que tenía en su vida era generar riqueza. Y se le daba de puta madre.
Su nuevo trabajo según le habían comentado, era canela en rama. No tenía que hacer casi nada, solo ser él mismo. Y ordenar. Que si: "Rodriguez, invierte estas acciones en X empresa", "Señorita Gómez, suba café para la reunión de las 12". Esa era su vida. Un constante ir y venir de órdenes, dinero a expuertas y muchas horas de dedicación. Todo por un fin: no volver a casa.
En su hábitat, este elemento era un águila desbocada en busca de una presa descuidada para ir al ataque sin ningún tipo de contemplaciones. Estaba tan lejos del resto que no podían mirarlo a los ojos sin que te cegara la luz del sol.
Las noches lo mataban. Era un ser que moría cada noche y resucitaba cada día. Era el fénix de los negocios. Cada día resucitaba, pero cada noche moría. En su enorme casa situada en pleno centro de la ciudad, no podía encontrarse más solo. Pasear por el despejado salón era como caminar por el mismísimo desierto de África, todo vacío, todo inmensidad.
Su trabajo era su vía de escape, su propia muerte que a su vez, era su propia vida. Mirar el cielo azul no suponía uno de sus objetivos diarios. Su objetivo era olvidar que era humano. Su principal objetivo era olvidar que estaba solo, que nadie lo quería, que nadie le tenía ningún afecto. Que nadie lo iba a mirar con ojos de cariño, ni le iba a dar un abrazo sincero.
Olvidar que se está solo es muy complicado, casi tan complicado como olvidar que hay gente que te quiere.
Muchos lo miraban con envidia, admiración, orgullo. Pero él, habría cambiado todo lo que tenía, todo el dinero, el lujo, los excesos... por un "te quiero" sincero. El dinero no puede comprar un te quiero.

lunes, 8 de abril de 2013

Trenes de ida y vuelta

Los trenes de la vida solo tienen billete de ida. Puta demagogia de mercadillo barata.
Los que inventan frases para dar lecciones de vida, ¿de qué coño van? ¿Qué quieren demostrar? ¿Que saben más que nadie? No soporto los que intentan ir de superiores y de experimentados. ¿Te ha tratado mal la vida? Me parece bien. Ahora déjame que me estrelle yo cuando y donde a mi me salga de los huevos. Igual no has pensado que quiero estrellarme yo. Igual tu mente privilegiada que tanto ha sufrido y tanto ha aprendido, no puede concebir la idea de que me quiera dar de bruces contra el suelo. Yo quiero cometer mis propios errores.
Después de este pequeño paréntesis, venía para decir que los trenes no solo tienen billete de ida. Tienen de ida, de vuelta y un pedazo de horario de pasada diario que oscila entre las 00:00 y las 23:59. Otra cosa es que estés tan pedante y te adolezcas tanto de ti mismo que no quieras ver ese horario. La vida sí que da segundas y terceras oportunidades, y muchas más. Solo hay que buscarlas. Y hay que saber buscarlas.
Vivir es tan sencillo como complicado. Ser feliz es una utopía y en esta guisa nos movemos. Busca tu tren. Ese tren que perdiste hace años y que piensas que no va a volver a pasar. Búscalo, compra un billete y móntate. Es así de sencillo.
La premisa es sencilla, aparentemente. Pero amig@s, vivir es tan sencillo como complicado, y si tan fácil es el planteamiento, igual de costoso será llevarlo a cabo. Pero no nos preocupemos, porque en estos casos, el fin justifica el sacrificio. Porque es nuestro tren. El tren que tanto hemos idealizado. Porque ahora somos conscientes de que es posible montar. Y lo estamos intentando. Sabemos que va a pasar y estamos luchando por ese billete que cada día está más y más cerca, y el sacrificio para conseguirlo se convierte en placer y esto lo hace aun más emocionante.
Montar en el tren no es la aventura. Conseguir el billete, es la felicidad.


jueves, 4 de abril de 2013

Los de al lado

Eras bueno y te perdiste. Pero ahora te encuentras bien. Y mola. Estás en el crepúsculo de tu nacimiento, y te sientes de puta madre. Todavía no ves la luz, pero sabes que el camino está cerca de llegar a su fin. Aunque te hayas perdido.
Miras a tu alrededor y no importa que no haya luz. Te acompañan muchas manos. Muchas manos conocidas a las que les confiarías la vida si llegara el caso. Por eso vas tranquilo, porque esas manos son fuertes. Esas manos están pegadas a unos brazos rudos y fuertes. No son brazos finos, no dormirías en ellos, ni los acariciarías, es más, te dan un poco de grimilla. Pero sonríes al verlos, o al menos lo que se intuye de ellos en la oscuridad. Son brazos imperfectos, brazos peludos, pero sobre todo, brazos amigos. Son la escalera a la salvación, y por ello te sientes contento de tenerlos a tu lado.
No quiero caminar por la luz si esto significa que no puedo andar con estos individuos. Prefiero seguir en mi feliz oscuridad, sabiendo que ellos me ven del mismo modo que yo les veo a ellos. La clave de la felicidad ha estado a mi lado durante mucho tiempo. ¡Y yo que he ido a buscarla al otro confín!
No me arrepiento de haberme dado cuenta tan tarde. Todavía es posible disfrutar. No hay nada perdido, salvo un poco de tiempo. Pero ¿qué es un poco de tiempo cuando aun me queda una vida entera? Minucias.
Me siento un loco comprendido. Por fin puedo ser tal y como soy. Sin ataduras, sin miramientos. Puedo saltar, gritar, rodar por el suelo y revolcarme en charcos de barro. Ellos seguirán queriéndome incluso más. Les encanta como soy, y a mí me encantan ellos. Son mi orgullo, el fruto de mi lucha, la razón por la que soy como soy. Son el sentido de mi vida. Son los dueños de mi rincón. El rincón de mi alma, de mi mente, y de mi corazón.
Por ello, sé que mi lucha no ha sido en vano. Me vuelvo a dar cuenta de la realidad, está oscuro, no hay luz. Pero sigue sudándome el nabo, porque esto es real, están ahí. No los veo, pero sé que están. Lo siento si estoy haciendo mucho hincapié, pero es la realidad. Es de las pocas cosas que estoy seguro. Así que universo, la próxima vez que quieras joderme, procura pillarme solo, porque si éstos se enteran... la habrás cagado.