¡Yo le pongo salsón, a mi programa le pongo salsón! ¡Qué
pasa cagaderofamilia, bien avenidos y bienvenidos a esta nueva emisión!
‘Confesiones desde el cagadero’ reanuda su cuarta misión con exclusiva sumisión
a la libertad de expresión, todo preparado, luces, cámara y acción, ¡tomen
asiento y colóquense el cinturón porque ya despega nuestro avión! ¡Qué subidón!
Sabéis que os habla Mr. Letrina, especialista en preñar palabras
para que conciban nuevas rimas, capullo revoltoso que os recomienda que veáis
al Arguiñano si os mola la cocina, o que piropeéis a la vecina de forma genuina
si os la pone fina, ¡pero ay amigos!, tarde o temprano vuestro culo tocará la
bocina y los cagaderoyentes, desde su casa o en la oficina, ¡estarán ansiosos
por escuchar vuestras mierdas y pamplinas para evadirse un instante de sus
rutinas asesinas! Por lo que igual que exorcizáis monstruos color chapapote
dejad que vuestras movidas salgan a flote, ya que este presentador tan bravote
con gusto os echará un capote, os dará un azote ¡o todo en el mismo lote dependiendo
de cómo vuestra azotea pilote!
Antes de escuchar el cagaderotestimonio tengo que felicitar
a Antonio, el único compañero que ha sabido apaciguar mi demonio y que, de
seguir así, ¡será parte de nuestro cagaderopatrimonio! ¡Adelante compadre y que
esto se vaya de madre!
(Antonio, el sonrojado y más suelto técnico de sonido: “¡Oh
yeah Mr. Letrina! ¡A tus pies desde la cabina! ¡Y… dentro el cagaderotestimonio
patrocinado por helados la Elefanta!”.)
Reguleros días Mr. Letrina. Mi nombre es Federico, tengo 22 años y
llamo desde Puntica de la Tostada. Violeta ha sido mi novia durante 3 intensas
semanas, pero hemos roto. Sinceramente jamás creí que lo nuestro terminaría tan
así, no sé… ¡íbamos tan bien! Nos conocimos por casualidad y fue un flechazo
instantáneo. Estaba en el cine viendo “Caracoles asesinos VII” cuando de
repente me cayó en la cabeza un cubo de palomitas mientras comentaba una escena
con los amigos. Al girarme ella gritó: “¡cállate subnormal, quiero oír la
película!” Fue tan romántico... A la salida quise disculparme por las molestias
pero sin dejarme decir nada me esquivó y se largó pitando. Intentó ahorrarme el
mal trago, ¡ha sido siempre tan atenta!
Desde entonces empezamos a salir. Me informé de sus datos para seguirla
en Twitter y agregarla al Facebook y al Tuenti, pero no pudo aceptar mis
peticiones de amistad porque andaba muy liada con sus tweets. Ponía unos
cincuenta al día insultando a algún capullo que la mareaba… ¡Pobrecita! Yo los
retwitteaba todos para mostrarle mi apoyo incondicional.
Hace dos semanas cerró todas sus cuentas y se cambió de ciudad sin avisarme.
Ya no he vuelto a saber de ella… En el fondo me lo merecía, la notaba jodida
porque los últimos días estuve bastante a mi aire. Tuve que cuidar de mi
hermano pequeño y no pude visitarla por las noches para tirarle piedrecitas a
su ventana, como solía hacer desde que nos conocimos. Para recompensarla tuve
un detallazo con ella, subí al YouTube un vídeo que le grabé a escondidas
mientras bailaba en su cuarto en camisón, con una dedicatoria muy especial: “¡¡¡Nunca
te abandonaré!!!” Pero no me perdonó, el daño ya estaba hecho...
Ahora estoy algo depre pero poco a poco lo voy superando. Además la chica
nueva de la clase se habrá enterado de que estoy soltero porque ya me ha tirado
los trastos: “Aparta tus manazas de mi mesa”, me ha dicho esta mañana cuando he
ido a saludarla. ¿Qué removidas están las tías de hoy en día verdad?
Btrrgbrbgrbhbsshhhhhhhhhhhhhhhhhh (sonido del cagadero).
¡Ohhh mi gato! ¡La historia de Federico es pa’ mear y no
echar gota! Y aunque está como una chota y tengo unas ganas locas de componerle
una chirigota, llegados a este extremo he de ponerme serio, aunque me dé
pereza, para explicarle a nuestro prota su problemilla con franqueza. Querido
Federico, obviamente padeces lo que podemos denominar síndrome de dislexia
emocional: tu cerebro tergiversa las actitudes adversas de un modo demasiado
particular. Bien es sabido que, en ocasiones, las mujeres niegan cuando
realmente desean afirmar y viceversa, en efecto tío, la psicología femenina
puede llegar a ser muy perversa. Sin embargo todas no son tan rebuscadas como
Escarlata O’hara, y si te ignoran o insultan significa que pasan de tu cara.
Permíteme Mr. Frederick dudar que lo hayas entendido de
primera mano, te lo repetiré de nuevo en cristiano para que mi esfuerzo no
quede en vano: ¡De la forma en que agobias ni has tenido ni tendrás novia,
únicamente causabas claustrofobia a Violeta, que hizo la maleta porque sentía
fobia de tu jodida chaveta! ¿Entendido pandereta? ¡O cambias o serás siempre
como una grasienta chuleta y todas ellas perpetuamente querrán estar a dieta!
(Quinto programa: http://vivirdesconectado.blogspot.com.es/2013/10/confesiones-desde-el-cagadero_9.html)
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