jueves, 7 de noviembre de 2013

El camino hacia la bala

Dame tus buenos días, tus buenas tardes, pero sobre todo, dame tus buenas noches que quiero dormir abrazado a la fe que sujeta a este sufridor innato. El olor de un día nuevo, la convicción de que será diferente, la certeza de que esta vez será la buena.
Riegan mi alma las palabras de un poeta enamorado que no sabía lo que decía, maquillaje de un corazón desolado por la tristeza. Si quieres resultados diferentes, opta por hacer cosas diferentes, el triunfo de la constancia solo es posible en el país imaginario de la piruleta. No somos errantes, solo vagamos por una senda trazada por otros, de ahí que sea extraña, pero el camino es tan cómodo y tan guiado que la tentación es muy grande.
Rompamos los criterios establecidos. Abramos nuevos caminos, exploremos sendas peligrosas y vivamos emocionantes aventuras. Que ya tendré tiempo de arrepentirme en mi lecho de muerte cuando mi corazón sonriente pueda descansar con el vecino de arriba en plena armonía. Porque solo así se alcanza la felicidad, y con ella la paz. La paz más importante y la felicidad más plena.
Soy un ser humano corriente, lleno de dudas y lleno de miedos, y como tú, camino sin saber a dónde, camino sin detenerme, pues el empuje del tiempo no me permite volver sobre mis pasos, pero me deja echarle un vistazo casi siempre innecesario, y tan inútil como ver crecer un laurel.
Neptuno ha roto la monotonía y me ha hecho ver más allá, ha inundado de agua este espacio de tranquilidad y ahora los peces revolotean en esta barriga que se alimenta de nervios y vomita soledad. No está mal para empezar.
Ahora es cuando empieza el juego. La ruleta rusa ha empezado a girar y solo una bala ha de ser la que me mate. Una bala que tengo que cargar en mi propia pistola.


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