jueves, 26 de junio de 2014

Mi estrella

Así es mi estrella, así es. Es la estrella más bonita de todas, la más perfecta en un universo lleno de ellas. Hay millones, pero solo ella es la que ocupa mis pensamientos, la que admiro por las noches y la que con su recuerdo, los días se hacen más llevaderos.

Mi estrella no es como las demás, brilla diferente, y ese brillo es el que la hace destacar por encima del resto de estrellas cortadas por el mismo patrón. Por eso la quiero, porque no es la más brillante de todas, ni la más grande, pero es la que más llena mis ojos y la que sabe llegar hasta lo más profundo de mi ser. Que se joda el sol y que se joda la luna, porque como mi estrella no hay ninguna (perdón por el pareado).

Podría estar horas hablando de mi estrella, de los ratos que he pasado junto a ella, de cómo me imagino que sonríe cuando le doy las buenas noches, pero en realidad solamente es eso. Imaginación.

Porque no la tengo conmigo cuando caigo en brazos de Morfeo, y pese a que la veo, y siento que alargando el brazo puedo cogerla, en realidad está a millones de kilómetros y no puede escuchar las palabras que salen de mi boca, una boca cobarde que no es capaz de gritar lo suficientemente fuerte como para que mi estrella pueda escuchar todo lo que le quiero decir.

Así que lo que haré será fabricarme unas alas. Unas alas que me permitan llegar hasta mi estrella y en lugar de gritarle cuánto la amo, llegar hasta su oído y susurrarle las palabras más bonitas que en su día Neruda (y no Lorca) pudo imaginar. Entonces veré si mi historia será contada por labios de Eros, fracasada y contada en los libros de Ícaro, o quizá sea recordado como Euristeo y me quede escondido en un jarro de cobardía.

Y todo esto, ¿por qué? ¿Tanto vale la pena esa estrella? Y tanto que lo vale... dentro de ella reside el cielo, y cuando sale, tengo que ponerme sobre el corazón la mano para que no suene el latido y corrompa la calma de la noche. Porque era el hastío y la apatía, y ella fue anhelo. Porque era la sombra y la oscuridad y ella fue el candil, y porque era el odio y el rencor, y ella fue el amor.

No es que no pueda vivir sin ella, porque sí que puedo, lo que pasa es que no quiero.

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