lunes, 16 de abril de 2012

El marco sin cuadro


Era un marco incomparable. Cuando lo terminó, no era consciente de su proeza. Era tan bello que dudaba de su perfección, pero todo el que lo veía, admiraba la obra del joven artesano. Realizado en madera de caoba, el marco, que se extendía tres metros a lo alto por cinco metros a lo ancho era todo un lujo al alcance de muy pocos.
A su alrededor se apreciaba un aura de belleza visible por todos y apreciada desde el más pequeño detalle. El joven autor, un chaval de diecinueve años, estaba orgulloso de su obra. Las autoridades representativas de la sociedad encargadas de la información decidieron pues, hacer pública la obra del muchacho. Tras aparecer en los medios de comunicación más significativos, alcanzó una fama a un nivel estratosférico. En todos los lugares la gente conocía la historia del joven que había realizado un marco perfecto.
Unos años más tarde, cuando fue apagándose su llama, alguien le preguntó: 'realmente, ¿cuál era el objetivo de tu obra? ¿Qué tenías pensado albergar en ese marco?'. El joven (que ya no era tan joven) no supo responder, había pasado tanto tiempo viviendo del marco, que se había olvidado de lo realmente importante: la obra que iba a contener. Ahora, sumido en una llama que le resultaba imposible de avivar, se sintió por primera vez solo.

A veces en la vida nos centramos en perfeccionar los detalles que conducen nuestra vida, y nos olvidamos que tenemos un cuadro que pintar. Nunca descuides lo que te va a ayudar a pintar el cuadro, ni descuides a la gente que te va a ayudar a tan ardua tarea. Un gran cuadro puede permanecer sin marco, pero a un gran marco siempre estará vacío sin un cuadro.

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