miércoles, 27 de junio de 2012

Lágrimas


LágrimasLlora como si no hubiera mañana. Llora por aburrimiento. Llora esas lágrimas acumuladas que ahora puedes llorar sin motivo, pues ahora tienes control sobre ellas. No les des el placer de salir cuando a ellas les dé la gana. Ninguna lágrima tiene el derecho a poseerte ni a decirte cuándo tienen que salir o cuándo se tienen que quedar. Tienes que dar un golpe en la mesa e imponer tu autoridad. Libera esas lágrimas que lo único que hacen es molestar cuando tienen ganas de salir. ¿Quiénes se han pensado que son? ¿Creen que pueden controlar mi vida? ¿Creen que pueden controlar mis sentimientos? No voy a permitirlo, y para ello voy a llorar. ¡Vamos! ¡Id saliendo una a una! ¡¿Por qué no salís?! ¡Os lo estoy ordenando!
Mis lágrimas son más rebeldes de lo que pensaba, voy a tener que pensar un plan alternativo. ¡Ya sé! ¿Y si lloro de alegría? Así querrán salir y todos estaremos contentos. ¿Qué puedo hacer para llorar de alegría? Podría ver una película de humor, pero esas lágrimas no serían las que estoy buscando, yo quiero llorar de alegría, no de carcajadas... ¡Qué difícil es llorar de alegría!
En uno de mis intentos por llorar de alegría, decido asomarme a la ventana, ya es de noche y puedo ver el cielo estrellado. Es entonces cuando un escalofrío recorre mi cuerpo y me inunda una potente sensación indescriptible. Es en ese momento cuando decido que es la hora de invitar a las lágrimas a que se deslicen por mi cara.
No hay motivo más fuerte para llorar de alegría que el hecho de poder disfrutar de la vida. Poder contemplar un atardecer, de un cielo estrellado, o de una caricia. El problema es que este mundo material a veces nos confunde el camino a la felicidad. Deberíamos replantear los pilares de nuestro bienestar.

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