martes, 27 de marzo de 2012

La elección

Él no quería ir a la huelga, no creía en las razones por las cuales iba a ser convocada, pero por otro lado, no estaba de acuerdo con las medidas del gobierno. En plena discusión mental empezó a notar un leve cosquilleo que le recorría todo el cuerpo. Después ese cosquilleo se transformó en una sensación horrible, sentía que le estaban arrancando la piel a tiras. Se recompuso y vio enfrente de él una imagen que le resultaba familiar. Tenía su misma cara, pero vestía de forma diferente. Se recordaba a sí mismo cuando tenía quince años. De repente, y sin más dilaciones, su espejo revolucionario le dijo:
 -¿Por qué no vas a ir a la huelga? ¿Dónde están tus ideales y todas tus ideas?
-Siguen estando en el mismo sitio de siempre, pero esta vez es diferente, ahora tengo trabajo.
 -No tiene nada que ver una cosa con la otra, sabes que no te despedirán del trabajo por ir a la huelga. Estás en tu derecho.
 -Lo sé. Pero ¿qué voy a conseguir yo solo yendo a la huelga? No van a cambiar las cosas.
 -Si todo el mundo pensara como tú, no se conseguiría nada en la vida.
 -Ya, pero no me quiero arriesgar. En este momento no estoy muy bien en el trabajo, el jefe está un poco mosqueado conmigo, y no quiero que nadie conozca mis ideales políticos.
 -Antes te gustaba que todo el mundo lo supiera, vestías como yo, te reivindicabas e intentabas convencer a la gente de que estaban siguiendo la senda equivocada, ¿qué ha sido de ti?
 -La gente madura, no puedo tener quince años siempre.
 -¿A eso llamas madurar? Te estás abandonando, has dejado de luchar ya por lo que crees… si es que alguna vez has creído en algo.
 -Claro que he creído, y sigo creyendo con razones más convincentes y sólidas, solo que ahora todo es diferente. Tengo un trabajo en el que baila mi renovación, mi situación económica no está para tirar cohetes. Por otro lado, siento que haría esta huelga para lavar la cara de algunos sindicatos que no han sabido hacer bien su trabajo. Tengo la sensación de que hay una mano invisible que está creando las situaciones óptimas para que no vaya a la huelga.
-La pregunta es: ¿crees que hay que hacerla? ¿Crees en los motivos?
 -Es obvio, claro que creo. Solo que no se reúnen las condiciones óptimas para que la haga.
 -¿Hay gente en tu trabajo que vaya a hacerla?
 -Sí, y eso es lo que me hace dudar.
 -Sé que solo soy un idealista, pero sigue este consejo: haz lo que tu corazón considere oportuno, no lo que te diga o haga el resto de la gente. Al fin y al cabo, se trata de ti y no del resto. Si piensas que debes hacerla, hazla. Si por el contrario, crees que no, es tan sencillo como no hacerla.
 -No has dicho ninguna tontería. Me acabas de ayudar a tomar una decisión.

 Y la tomó. Y no se arrepintió nunca de haberla tomado.

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