jueves, 15 de marzo de 2012

Objetos con memoria


Esta mañana me ha venido a la memoria la siguiente pregunta: ¿por qué nos da tanta lástima tirar objetos que ya no sirven?
Echando un vistazo a mi habitación, y a mi propia persona, puedo encontrar cientos de objetos que probablemente ya no vuelva a usar en la vida, o si los uso alguna vez, nunca tendrán al funcionamiento que necesito de ellos. Entonces, ¿por qué los conservo?
Supongo que la razón principal por la que los tengo es por la nostalgia. Si veo mis viejos deportivos raídos y sucios, recuerdo los partidos de baloncesto con mis amigos; si veo mis bolígrafos gastados, puedo recordar mis felices años en el instituto; si veo mis cromos rotos, recuerdo mi infancia junto a ellos... Tirar todos esos objetos a la basura sería como tirar mi vida, tirar momentos felices de mi existencia, aunque estar atado al pasado tampoco es un peso con el que quiera cargar para siempre, así que, ¿qué hacer con todas esas cosas?
Por mi parte, he de decir que he encontrado un equilibrio. He decidido convertir el pasado en presente. ¿Eso no es una excusa para no tirar las cosas y así encadenarte aún más pasado? Es posible, pero con ciertos matices. Baso toda la argumentación que voy a decir a continuación por los pilares sólidos de que si no sabemos de dónde venimos, ¿cómo vamos a saber a dónde vamos? En algún momento de mi camino, es muy posible que tenga que atravesar (metafóricamente hablando) angostos recorridos y situaciones duras. Si tengo claro el trayecto recorrido, sabré con más certeza qué decisión es la más acertada.
Por eso no me gusta tirar mis cosas, porque por muy duras que sean las situaciones, basta con echar un vistazo a mi habitación, para recordarme a mí mismo quién soy, y que si hasta este momento nadie ha podido conmigo, nada ni nadie lo hará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario