viernes, 30 de marzo de 2012

La sensación de hacer las cosas bien


No hay nada como la sensación de que estás haciendo las cosas bien. O la sensación que se nota cuando el trabajo que realizas alcanza la excelencia y además, te premian/alaban por ello.
La felicidad, en parte, depende de este tipo de cosas. Sobre todo en aquello que nos gusta. Si nos dedicamos a jugar al fútbol y ganamos un premio o un torneo, nos sentimos de maravilla, si nos dedicamos a la carpintería, nos gusta que nos digan que nuestro trabajo ha quedado muy bien, o lo típico de: "Se nota que es un profesional".
Tras cavilar acerca de este fenómeno, se puede llegar a la concluión de que el ser humano es un animal que necesita el reconocimiento de la manada para estar agusto, es decir, que necesita que lo alaben para sentirse integrado socialmente.
Quizá esta sea la razón por la que algunos seres humanos cometen alguna que otra locura, para ganarse el reconocimiento de sus semejantes, sea en la escala que sea (entre amigos, habitantes de un pueblo o un país entero).
Lo malo que tiene este fenómeno, es que al ansiar todos el mismo fin (reconocimiento social), surge un nuevo sentimiento que se evoca desde dentro, y que todos conocemos como envidia.
La envidia no es ni más ni menos que ansiar lo que posee otra persona, en pocas palabras. Con lo cual llego a la conclusión que quería llegar: si la base de la envidia es ansiar el reconocimiento ajeno, y la envidia ha sido uno de los problemas más importantes de la historia de la humanidad, podemos sacar la siguiente conclusión partiendo de la base de que para sentir reconocimiento debemos vivir en sociedad: ¿no es acaso el problema más importante de la humanidad, el hecho de que vivamos en una sociedad organizada y comunicada entre sí? ¿No es la envidia y sus consecuencias, un problema creado a partir de la convivencia en sociedad? ¿Existiría la envidia en un mundo anárquico?
Se abre el debate.

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