jueves, 20 de diciembre de 2012

Lujuria incontenida

Solo quiero tenerte en mi boca. Quiero saborearte, descubrir los miles de sabores que tienes para ofrecerme. Te veo ahí sentada y mi organismo empieza a funcionar, mi boca es un mar de saliva fluyendo sin parar y mi corazón se acelera si albergo la posibilidad de no tenerte.
Cuento los segundos que me faltan para llegar hasta ti, pensando en cómo voy a empezar a que formes parte de . Puedo sentirte dentro de mí y tú ni siquiera lo sabes, pero lo sabrás, estoy completamente seguro.
El tiempo no pasa, pero en mi mente ya has estado conmigo. Te he tenido, te he tenido muy cerca, he aspirado los aromas tan embriagadores que tenías para ofrecerme, me has llenado de deseo, y no he podido contenerme en hincarte el diente. Todo esto transcurre sin que lo sepas. Cuento los segundos que me faltan para llegar hasta ti. Esta pequeña alucinación no ha hecho más que unirnos un poco más. Y tú, ni siquiera lo sabes todavía.
Por fin ha llegado el momento. Te pones enfrente de , y te miro, desafiante. Bajas la cabeza, pues te sientes intimidada ante mi presencia. Sabes que no tienes nada que hacer contra mi apetito y te dejas llevar. Es latente en el ambiente la química instantánea que hay entre los dos. Tú me das lo mejor de ti misma, y yo respondo con alaridos de gloria ante tal deseo.
Nuestros cuerpos entran en contacto con una armonía asombrosa. Soy el que da el primer paso y doy el primer mordisco, suave, no quiero hacerte daño. Mis más bajos impulsos me indican que debo atacarte con fuerza mientras jadeo con fuerza como un perro en celo, pero me impediría saborearte como es debido. Intento calmar mi ansia y vuelvo a probar tu dulce néctar que recorre todo mi cuerpo. Toda la piel de mi cuerpo se transforma en piel de gallina y abro los ojos para asegurarme que sigues ahí, que no te has ido. "Solamente acabo de empezar contigo", te digo con una mirada lasciva.
El resto ya es puro placer sin límite, rápido, despacio, constante. Los líquidos lubricantes juegan un papel esencial en este partido. Necesito que deslices todo tu ser por mi pecho y te quedes a la altura del ombligo. Puro morbo.
No tengo suficiente de ti y después del primero, tengo que rogarte otro, y otro, y otro. Y tú estás siempre dispuesta, siempre sumisa a mis deseos más carnales. Eres mi mayor pecado, mi diva, mi diosa, el amor de mi vida, mi amante infiel, y no me importa compartirte con otros si eso significa que de vez en cuando sacarás un rato para .
El éxtasis llega a nosotros en un último suspiro ahogado mientras cierro los ojos y doy gracias a los dioses por ponerte en este mundo. Ha sido tan corto, y tan placentero...
¿Me llamarás? Me pregunta después de que hayamos terminado. Enciendo un cigarrillo y le devuelvo la mirada con una sonrisa cómplice y le juro por mi vida que nunca la abandonaré. Jamás he hecho un juramento tan en serio.

Solo me queda pagar la cuenta. Llamo al camarero pidiéndole que me traiga el billete mientras me pregunta que si he disfrutado de la noche. Le tiro una mirada que responde a su pregunta, y salgo de la pizzería con la sensación de haber tenido una noche de sexo sin control...


No hay comentarios:

Publicar un comentario