jueves, 13 de diciembre de 2012

Una montaña, un día

Cómo me gustaría ser inmortal. Al menos por un día. Solamente un día. Un día para hacer todas esas cosas que si las hiciera me moriría. Como por ejemplo correr montaña abajo.
En este momento no hay nada que me apetezca más. Subir a lo alto de una montaña y correr hacia abajo sin importar si me voy a caer o voy a quedar vivo. Solamente correr ladera abajo. Sin parar, mirando hacia arriba.
Me gustaría sentir cómo libero toda la adrenalina acumulada mientras mis pies van dando un paso tras otro, sin miedo a que mi cerebro les dé la orden de parar. Si me caigo, me vuelvo a levantar, y vuelvo a correr, y vuelvo a sentir...
Me gustaría ver un acantilado y lanzarme sin miedo a morir, me gustaría sentir la gravedad en su máximo esplendor, con la única preocupación de que en cuanto caiga al suelo, voy a tener que echar a correr otra vez.
Quiero mirar con desprecio a las aves. Quiero mirar por encima del hombro al mundo en el que existen las leyes de la física y la química. Solamente un día. ¿Acaso estoy pidiendo algo excesivo? Quiero mi momento, creo que cada uno nos lo merecemos. Solamente un día.

A decir verdad, así es como me gustaría que fuese la muerte. Me gustaría morir y que mi alma suba a lo alto de una montaña. En ese momento miraría con desprecio a las nubes y me precipitaría montaña abajo. Y así un día tras otro, hasta el fin del universo. ¡Qué bonito sería, verdad!
Habrá que conformarse con lo que hay, con la esperanza de que a mi muerte, pueda cumplir mi sueño. Mientras tanto, lo más parecido a esta sensación, es la canción que pongo aquí debajo. Solo cerrad los ojos, escuchad e imaginad.


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