martes, 8 de mayo de 2012

Comprar el mundo


Con el dinero que tenía, quería comprar el mundo. Se miro el bolsillo y apenas contaba con un par de monedas. Suficiente pensó.
Cuando fue a la tienda, le pidió al tendero que le diera todo lo posible con aquellas monedas. Aquel hombre, no quería decirle al pobre niño que con aquellas monedas, apenas podría comprar un porcentaje ínfimo de la tierra. El hombre arrancó un pequeño árbol del mundo que poseía y se lo entregó al niño, que contento, aceptó de buen grado el intercambio que acababa de hacer. Pagó con sus monedas al hombre y salió de la tienda con una sonrisa.
El hombre, un tanto extrañado, salió de la tienda y le dijo al niño: "Oye, tú venías a comprar el mundo, y sin embargo te has ido contento con un solo árbol, ¿acaso no deseas tener más que ese triste árbol?". El niño, con una mueca de inocencia le contestó: "Tú tienes el mundo, y sin embargo, lo estás vendiendo al resto de la gente por unas míseras monedas. ¿Para qué quiero un mundo que no puedo disfrutarlo en plenitud? Yo tengo este árbol, pero sé que voy a disfrutar de él, voy a regarlo, voy a cuidarlo y algún día puede que me tumbe bajo su sombra en los días calurosos. No quiero nada más de ese inmenso mundo del cual dices que eres el dueño, pero no puedes mantenerlo. Para mí, este árbol, es todo mi mundo". Sin decir una palabra más, el niño dio media vuelta y se fue. El hombre no supo qué replicar al niño que le había dado una lección de vida: disfruta de los pequeños detalles, pues son estos los que van a acontecer tu vida.

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