jueves, 5 de septiembre de 2013

Carta a esa desaparecida

¿Y qué otra cosa quieres que te diga si me haces disfrutar más que nadie? ¿Qué otra cosa quieres que haga si contigo no encuentro maldad? ¿Qué otra cosa quieres que piense si a tu lado todo se ve mucho más fácil? ¿Qué otra cosa quieres que escriba que no sean estas palabras?
Si cuando te tengo entre mis manos hallo paz y hermandad con el ambiente, si todo es más bonito, si la comida me sabe mejor, si la música tiene más sentido. ¿Por qué no decirlo? ¿Por qué eres tan mala como buena conmigo? ¿Por qué eres prohibitiva? Mi ángel roto, insistiendo haces un agujero negro abusivo. Soy yo mismo quien pone barreras contigo, porque debo hacerlo, y porque sé que podrías destruirme al mismo tiempo que me das la vida. Menuda relación que mantenemos.
La única barrera que nos separa es mi sentido común, esa molesta vocecita que piensa que siempre tiene razón y que nunca se equivoca. ¿Quién te has creído que eres? ¿No te das cuenta de que si siempre te hiciera caso, nunca habría disfrutado de nada en la vida? A veces, vale la pena sufrir en pos de vivir.
Y ahora mismo, tengo ganas de disfrutar de ti, de tu fragancia, de tu estímulo, de tu compañía. Y sí, es posible que en un futuro me arrepienta de haberlo hecho, quién sabe si será en un futuro próximo o en un futuro lejano, o puede que nunca me arrepienta, pero en este momento me da igual, soy un idiota sin conciencia, y cuando te vea, voy a hacer como si nunca nos hubiéramos separado. Porque mis labios, mi ingenio y mi risa te echan de menos. Porque se fueron y los necesito justo ahora. Por eso voy a hacer que vuelvas, pero en pequeñas cantidades, que nunca me ha gustado abusar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario