lunes, 23 de septiembre de 2013

Quién dijo compasión?

Grita. Grita cabrón. Grita ahora que nadie te oye. Desahógate. Rompe cosas. Pégale patadas a las puertas y golpéate la cabeza. Sé autodestructivo. Pero no des muestras de flaqueza. Mírate los puños, están ensangrentados. Son heridas de guerra, están justificadas, daños colaterales lo suelen llamar.
¿De qué tienes miedo? No lo sé, pero estoy muy asustado. Me aterra el mundo y las personas. Solo conmigo mismo me siento seguro. Sí, seré yo solo contra todos. Me volveré a hacer fuerte otra vez, y nada podrá derribarnos. Sí, eso es lo que haré, me voy a volver de acero y me pondré un jodido chaleco antibalas para más protección.
¿Y qué hago mientras tanto? Pues aquí estoy, en postura fetal mirando a todos lados sin saber de dónde vienen las hostias. ¿Es justo? Yo que sé, ya no creo en la justicia, ni siquiera sé si existe o no. ¿Qué es la justicia? ¿Quién la imparte? ¿Por qué? A lo mejor me merezco esta paliza. Igual el motivo es porque soy gilipollas ¿qué motivo hay mejor?
¿Es este un post de autocompadecimiento? A gusto. Es lo que hay cuando las cosas no tienen sentido. Alguien dijo alguna vez que "Es amigo mío el que me socorre, no el que me compadece", así que yo me pregunto: ¿soy mi propio amigo? ¿O ni yo mismo quiero tener relación conmigo? Es jodido llegar a un punto en el que no te gustas, o que te miras en el espejo y no ves lo que quieres ver, pero ¡qué cojones! Todos hemos sido débiles alguna vez, y de vez en cuando, tenemos derecho a estar tristes.
Solo pensar en una cosa me hace esbozar una sonrisa. Pero para alcanzar mi nirvana particular primero tengo que recoger la habitación, que está llena de mierda. Entiéndase por habitación mi puta cabeza, y por mierda, pues eso, la mierda.


No hay comentarios:

Publicar un comentario